jueves, 8 de enero de 2015

Lo que me llevo

Los últimos días antes de emprender el viaje los dediqué a hablar y despedirme de todas las personas que quiero y que han sido importantes para mí en algún momento de mi vida. Antes de irme, todas me dieron algo, aunque en ese momento ellas no fueran conscientes de ello.

Y esto, además de mis alforjas llenas con todas las cosas que puedo cargar en una bicicleta, es lo que me llevo de viaje:

Me llevo una despedida mal dada, la única que quedó trunca. Me llevo la rabia de mi madre y un perdón que di, pero que no me fue dado a cambio. Me llevo un sabor amargo en los labios, ése que dejan los malos augurios cuando se sabe que las ausencias serán prolongadas. Pero me voy con la jarana que me regaló para que pueda ganar un poco de dinero al tocar algunos sones veracruzanos en las banquetas de las ciudades a las que viaje. Me llevo la esperanza de que ella pueda sanar y, sobre todo, el corazón tranquilo porque sé que la quiero.

Me llevo un San Judas alrededor del cuello, santo patrono de los casos perdidos y desesperados, y la tristeza de mi padre: su suspiro de alivio cuando supo que todas sus plegarias habían sido escuchadas y que me encontraba a salvo después de mi primer viaje. Me llevo mi asombro al saber que había rezado cada día por mí. Me llevo una tortuga de trapo que me regaló para que nunca estuviera sola, así como cuando yo era una niña le regalé un perro de peluche para que siempre viajara con él en su equipaje en cada uno de sus viajes.


Mi papá cantando Cielito lindo a todo pulmón en una trajinera con mi hermana


Me llevo los ojos llorosos de mi abuela que me dijeron que ésa sería nuestra última despedida.

Me llevo la herencia de la familia en las palabras de mi abuelo: “Saliste una Casas, tienes el espíritu aventurero”, y su carcajada bonachona tras decirme que me tenía envidia y que, si pudiera, se subiría a su bicicleta para llegar hasta Argentina con nosotros. Me llevo su bendición y una historia sobre aventuras marítimas: Me confesó que sólo había una cosa de la que se arrepentía en su vida: la de haber rechazado la oportunidad, más o menos cuando tenía la misma edad que yo, de navegar un velero desde el Golfo de México, por toda la costa, hasta atravesar el canal de Panamá y llegar hasta Acapulco; se arrepentía de haber dejado pasar la oportunidad de haber vivido una aventura. Y ahora, sin decirlo, me pedía que no cometiera su mismo error: me deseaba que tuviera una gran aventura. Por eso amo tanto a mi abuelo y por eso es mi persona favorita en el mundo.


Mi Abi


Me llevo palabras llenas de luz, que guían, como una brújula, mi camino:

Prenderé veladoras para que te ayuden a iluminar tu travesía.
Yoko Ñim 
Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes.
Andrés Uribe Carvajal 
Cuando le salen alas a los seres, también a las letras.
Mónica Puyhol

Me llevo el cariño de mi hermana, una confianza y un acercamiento que no habíamos tenido nunca durante toda nuestra vida juntas. Me llevo su felicidad, su libertad, su sinceridad, sus ganas de quererme, de confiar en mí. Me llevo su admiración. Me llevo todo mi amor por ella. Me llevo la fotografía de una vela encendida frente al nicho de San Pedro, para que me proteja mientras viajo. Me llevo su voz triste cuando se despedía de mí.


El santuario espiritual que le dejé a mi hermana para que encendiera velas por mí


Me llevo los brazos desnudos para llenarlos de amuletos, de pulseras, de dijes de la buena suerte de cada lugar que visite, de todos los recuerdos que la gente quiera darme. Y para que, tiempo después, yo también se los regale a otro viajero.

Me llevo dos novelas inéditas y en proceso de creación de Amaury y las únicas palabras de aliento que pudo darme, y que significaron más para mí que todo lo que no me dijo: “Eres un águila muy valiente”.

Me llevo cientos de fotos de los lugares que he visitado guardadas en la memoria de mi computadora.

Me llevo más libros de los que caben en mi mochila y que pesan más de lo que puedo cargar. Me voy con El laberinto de la soledad, Bajo el volcán, Amor y magia amorosa entre los aztecas, porque la nostalgia es tan grande que no he cruzado la frontera y ya necesito libros que me hablen de México.

Me llevo dos fotografías del mar y un poema que se escribió el día de mi cumpleaños. Me llevo el recuerdo de una pluma fuente, un sueño premonitorio y una plática en la que nos curamos las heridas. Estoy muy agradecida contigo, Bazán.

Me llevo la carta que siempre quise leer. Me la llevo con los ojos empapados cada vez que la vuelvo a leer. Me llevo el corazón triste porque me hubiera encantado que nuestro adiós hubiera sido diferente. Y me repito tus palabras:

Ahora sólo puedo pensar que el no escribirte también es una manera de quererte.

Me llevo una postal de Carla con una paloma que vuela a través de la ventana de mi departamento; me llevo el corazón rebosante de felicidad al saber que mi blog ha servido para inspirar a más personas para viajar o, por lo menos, para comenzar a escribir.

Es inspirador tu blog, y de eso se trata, creo. De tener un texto circulando en la red, que puede ayudar, inspirar, y generar cualquier sentimiento para alguien que lo necesite en ese momento. En fin, gracias.

La postal que me dedicó Carla
(Los invito a buscar su página de Facebook, Alambique, para que busquen las postales de sus viajes)


Me llevo una hermosa carta de Eduardo Zurita:

Un secreto: siempre he pensado que, de haber un "Dios" -como muchos dicen-, este debería ser una especie de pez gigante (o no) y que el mundo y todas sus epopeyas deberían ser una burbuja que pasa a veces frente a su ojo, a la que mira sin ver, sin comprendernos y probablemente sin percibirnos. Quizá, incluso, ese ojo tampoco nosotros lo percibiéramos como ojo, quizá nos pareciera una galaxia o una nebulosa (al fin, los iris en los ojos vistos de cerca también parecen fenómenos estelares). Tus ojos de Dios me recuerdan esa idea. Como tu libro, eventualmente te compraré uno. Y, pues dicen que si ves la línea, la línea te mira, y que cuando ves el mar te nace una escama, ¿no? Entonces a ver qué ve a qué, y qué nace, y qué mar.

Me llevo la bondad y la generosidad de Pablo Peña, que me acogió en su departamento los dos últimos días que estuve en Cuernavaca y que viví como una forastera en su propia ciudad. Y me llevo, gracias a él, una cuenta de Instagram que antes no sabía usar, jaja.

Me llevo una disculpa que debía desde hace mucho tiempo y la ligereza de ya no cargar con un resentimiento que me corroía por años. Gracias, Samantha :)

Me llevo el silencio de Davo. Me llevo el entendimiento mutuo de que no me diría nada porque los dos sabíamos que yo debía vivir esta experiencia, aunque él no estuviera de acuerdo. Me llevo su silencio, con el corazón ligero y una sonrisa muda, porque sé que ésta es su forma de decirme que me apoya.

Me llevo mis Flores inmudas para que lleguen hasta los rincones más recónditos de Latinoamérica.

Me llevo un abrazo de Diego y las esperanzas de cumplir un viaje que él siempre soñó.

Me llevo a la mejor compañera de viajes y a la guardiana de las personas distraídas y perdidizas como Yoko y como yo: Balli, la ballena, que desde el 5 de enero vive en mi mochila para cuidarla y para que no se me pierda. Balli viajará por muchos lugares antes de regresar contigo a contarte sus aventuras, Yoko, no temas.

Me llevo un cuaderno en blanco donde escribiré todas mis aventuras (algunas que no serán publicadas en este blog, jaja).

Me llevo, en fin, recuerdos de todas las personas que amo. Me siento agradecida de conocer a gente tan maravillosa, y afortunada porque ésas mismas personas me han dado tanto y he aprendido tanto de ellas.

Muchas gracias por todo lo que me han dado. Y aunque es egoísta todavía pedir más cosas aún, pido una más: Piensen en mí. Mándenme toda su energía positiva.

Enciendan una veladora por mí, la necesitaré :)



2 comentarios:

  1. Hace unas semanas te descubrí gracias a un texto que escribió Davo Valdés y me he hecho adicta a tu blog, me encanta leerte porque en tus relatos y narraciones me encuentro. Mucho éxito en tu viaje y te seguiré por aquí y cuenta con una luz más para iluminar y proteger tu camino. Buen viaje viajera!

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  2. ¡Hola!

    ¡Me hace muy feliz tu mensaje! :D

    Gracias por leerme, y eso de que te has vuelto adicta a mi blog, me saca una sonrisa :D

    Gracias por las buenas vibras y por las luces :)

    Espero seguir escribiendo sobre todas mis aventuras y que te guste lo que sigas leyendo :)

    ¡Un abrazo!

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